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MUERTE Y VIDA DEL P. VICTOR GOIKOETXEA


MUERTE Y VIDA

DEL P. VICTOR

GOIKOETXEA

P. Félix Escota


En el norte de Navarra hay unos pueblos preciosos. Y uno de los que más me han gustado ha sido Azcarate a 48 km. de Pamplona. Recostado a las faldas del monte Balerdi. Al otro lado Guipúzcoa. Azcarate es pueblo euskaldun. Caseríos con varias hondonadas. Desde la iglesia del pueblo parece todo un belén.


Primeros años y años de formación


Y en ese bello pueblo nació el 23 de septiembre del 1939 Victor Goicoetxea Goicoetxea. Nace en un caserío donde sus padres se dedican a la ganadería y sobre todo a las ovejas. No hay en Azcarate mucha agricultura. Cuando nace Victor hay un poco de trigo, maíces y nabos para el ganado Por eso los pastos verdes para el ganado le hacen tan bonito. Una infancia normal en una familia de 5 hermanos. Escuela en el pueblo y desde allí llega a Amorebieta para ser fraile. Y dese Amorebieta a Villafranca y vuelta a Amorebieta en Larrea, al noviciado. Profesa el año 1958, un 4 de agosto. Y sigue su camino al sacerdocio por Markina, Vitoria y Bilbao donde recibe el sacerdocio el 12 de marzo del 1966. Todos estos pasos los da desde su fe en el Señor y en María.



Desde niño hasta el sacerdocio vive una vida de estudiante normal. Sencillo. Buen compañero. Deportista. Le gusta saber de deportes y practicarlos, sobre todo futbol y pelota.


Misionero en Malawi (África)


Y comienza para Victor una nueva vida. Tras pasar casi un año en Inglaterra aprendiendo inglés llega a Malawi. Pasa unos meses viviendo con los PP. Blancos y es destinado el 10 de octubre del 1968 a la parroquia de Chipaso. Esta fue su parroquia querida. Y él, “Abambo Avictala”, también era muy querido.


Dos compañeros carmelitas que convivieron con él nos dan una semblanza muy cariñosa y verdadera sobre él.


“EI P. Víctor fue siempre un hombre jovial. Nunca apocado o cariacontecido. Si alguna procesión iba por dentro, se la guardaba para sí. Cuando comentábamos alguna circunstancia negativa, él veía algo positivo y lo resaltaba.” Nunca se le veía enfadado. Y si alguien le decía o recriminaba algo no le gustaba discutir. Se callaba.


“Sus correrías, sus aventuras por los caminos y poblados de la misión, sus encuentros con la gente, estaban normalmente adornadas de pinceladas pintorescas y alegres.


EI P Víctor fue siempre un hombre del pueblo. Siempre cercano. Siempre positivo. Su discurso abundaba en nombres de personas y de aldeas más que de proyectos o planes de pastoral. Le encantaba hablar con la gente alegrándoles la vida con sus palabras y sus palmadas en la espalda”


También se inculturizó, viviendo las costumbres africanas con alegría y sin darle más vueltas. Incluso compuso cantos en chichewa, la lengua que hablaba con soltura.


“EI P. Víctor fue un hombre servicial. Siempre dispuesto a hacer cualquier sacrificio sin quejarse lo más mínimo para ayudar tanto a sus hermanos de hábito como a los seglares. Todos teníamos claro que Víctor estaba siempre dispuesto a echar una mano siempre que necesitáramos ayuda.”


Era alérgico a la sangre. Fui testigo en una misa concelebrada donde en el ofertorio se cayó mareado al suelo. Nos dijo al final de la misa que se le pasó por la mente el recuerdo de que esa mañana le ponían una vacuna. En otra ocasión se cayó de la moto y se levanto sin más pues no se había lastimado. Pero vio una gota de sangre del roce y se cayó redondo al ver su propia sangre. Se le pasaba enseguida.


“Era un fraile de pueblo para el pueblo, servicial, sacrificado, gran misionero. También para él valen las palabras del Señor: ¡Bien, siervo bueno y fiel! En lo poco has sido fiel, al frente de mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor”.


Era muy bueno para la convivencia. Animaba las fiestas. Era campeón al parchís; lo mismo que ponía toda “su alma” en ganar y jugar bien y divertirse, ponía aún mucho más empeño en su apostolado entre la gente de la parroquia y de la selva. Tenía iniciativas, que algunas veces eran un fracaso, pero no se inmutaba. “Palibe kanthu”: No pasa nada, no hay problema. Y seguía adelante como si nada.


“Estaba conforme con lo que la vida le ofrecía. Nunca se quejaba de comidas o falta de ellas, pero sabía gozar de los momentos de fiesta y abundancia.” “Cuando perdiz, perdiz cuando sardina, sardina.” Comía con ganas cuando venía hambriento de la selva, comía como dando gracias a Dios.


“Nunca ambicionó oficios de renombre; lo suyo era dedicarse con entusiasmo a lo que se le pedía”. Pero cuando se le pidió estar al frente como superior no se negó. Y no le tocaron buenos tiempos. Capeaba silenciosamente cualquier borrasca.




Superior y Delegado Provincial


Fue años el P, Superior en Chipaso. Y supo bregar con todo y con todos. Siempre mirando por el bien de la Misión y de la comunidad. Y el año 1999 se traslada a la Parroquia de Kaphiri con el nombramiento de Delegado Provincial. Ese año en abril los compañeros lo presentaron al Provincial como Delegado y el Provincial lo ratificó para tres años nombrándole su Delegado


El año 2000 en Navidad viajé muchos kilómetros por tierras de Malawi con él. Y ese año conocí un poco más a Victor. Su gran corazón, su no hablar mal de nadie, pero si contando problemas. Vamos que lo vi desconocido. Visitamos a dos obispos y vi el cariño que le tenían. Me di cuenta que dentro de ese hombre que parece que sufría, que no llamaba la atención, que hacía y callaba, había un gran hombre.

Y cayó enfermo.



Villafranca de Navarra


Una pertinaz diabetes le hace volver a España. Y es destinado a Villafranca de Navarra. Es nombrado coadjutor de la parroquia y trabaja con el párroco P. Jáuregui que es de su mismo pueblo de Azcarate. 18 años en Villafranca.


Y Victor se cuida y sigue trabajando. Y durante unos años es un poco el sacerdote que suple a todos los curas cuando faltan en sus pueblos por enfermedad u otras razones. Milagro, Valtierra, Arguedas. Y el bueno de Victor deja huella de sencillez. No encontraba persona en el camino de esos pueblos que no se parara a saludarles y charlar con ellos de cosas del pueblo o de lo que fuera. Al mismo tiempo hace de ecónomo de la comunidad.



Santander y enfermería


Con mucha pena del pueblo los carmelitas salen de Villafranca. El P. Victor lo acepta y acepta el destino en Santander. Estamos en febrero del 2020. Y en Santander comienza poco a poco a decaer en su salud. Le cuesta celebrar la Eucaristía. Pero ninguna queja y reacio a ir al médico. Al fin se deja llevar a la enfermería de Vitoria donde no está mucho tiempo. Había vivido sin ruido y muere lo mismo. Nuestro querido P. Victor ya está en paz después de tantos años trabajando en la mies del Señor.




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