OCDS PAMPLONA. DESPEDIDA EN ALLOZ.
OCDS PAMPLONA. DESPEDIDA EN ALLOZ.
El programa de actividades para el curso 18/19 está llegando a su fin. La Orden Seglar del Carmelo Teresiano (OCDS) ha querido poner el punto final en Alloz, a unos 30 km de Pamplona en el monasterio de Sta. María de S. José de Alloz, de la Orden Cisterciense de la Estricta Observancia (O.C.S.O.), cuyos monjes y monjas son popularmente conocidos como Trapenses. Los Cistercienses son una rama del monacato cristiano benedictino. Según data la página web que he consultado, "la vida cisterciense es cenobítica, es decir, comunitaria. Los monjes y las monjas cistercienses buscan a Dios y siguen a Cristo bajo una Regla y un Abad /esa en una comunidad estable, escuela de caridad fraterna."
Son aproximadamente las 10 de la mañana cuando llegamos desde Pamplona por la autovía a Logroño. Nada más pasar el túnel del Perdón se nos abre un horizonte con más luz que el que dejamos atrás, con un clima más amable. Siempre que he hecho este recorrido, he tenido esta sensación de diferencia. Pamplona con su clima húmedo, frío y, a veces, días oscuros, queda atrás pasando a un horizonte de luz, más calor y menos lluvia. La carretera que nos lleva a destino, una vez dejamos la autovía, está jalonada de una primavera espléndida. Campos y campos de cereal de trigo, cebada ya en cabeza, con el color que se quiere lanzar del verde al amarillo, son la esperanza de una buena cosecha.
El Monasterio lo compone un complejo de edificios, en los que encontramos hospedería, clausura, iglesia, capilla, una enorme huerta y un largo etcétera. Todo en perfecto estado de mantenimiento. Abierto a quien quiera encontrar un ambiente de silencio, en mitad del campo y muy próximo al pantano de Alloz, que en días despejados es un pequeño oasis azul para regar todo lo que le rodea. En el convento, además de silencio el viajero puede unirse a las monjas en la capilla para orar la liturgia de las horas y Eucaristía.
Al llegar, nos alojamos en la hospedería. Estamos prácticamente toda la comunidad OCDS de Pamplona y los hermanos que por motivos de salud u otras circunstancias no nos han podido acompañar también los traemos a nuestro lado, porque así se lo hemos pedido a Jesús y Él lo puede todo. Además, para nuestra alegría, se une al grupo Inés, que se encuentra en el convento viviendo esa experiencia de silencio y oración que antes os contaba. Es de Barañain. Al terminar el día, en la despedida hasta pronto era una más de nosotros. Como en otras ocasiones, el padre asistente de la comunidad, Antonio Viguri, OCD, nos acompaña, nos va ayudar para profundizar en ese deseo de amistad que con Jesús nos ha traído hasta aquí.
Iniciamos con una motivación del padre que, muy a propósito con el momento litúrgico del momento, -está muy cerca Pentecostés-, nos va ayudar a orar con el Espíritu Santo. Después la mañana se divide entre oración en silencio, Eucaristía con las hermanas y una oración de intercesión en nuestra comunidad, en la que traemos al medio de nosotros todo lo querido y a la vez necesitado de la intervención de Dios. Termina esta oración, siendo cada uno de los que allí estamos el centro de la petición y destinatario de la intercesión, en un pedir al Señor actúe, acompañándole en lo que necesite.
A las 2 una comida en fraternidad nos espera. Alegría, charla, compartir,…-¡Qué verde pradera, nos estás regalando Jesús!, gracias-. Cuando acabamos de comer, y ya dejando el silencio, hacia las cuatro, .el Padre Viguri de la mano del papa Francisco nos llenaron las alforjas de tesoros para el camino. Cuando acabó la motivación, en una pequeña tienda a propósito en el convento, pudimos adquirir mermelada, pacharán, cremas para la piel con distintas finalidades, rosarios de rosas y un pequeño etcétera, todos productos artesanales hechos por las hermanas o de la zona. A continuación, habíamos programado acercarnos en coche hasta el pantano y así lo intentamos, pero una carrera de ciclistas iba a cerrar la carretera de regreso a poco tiempo de nuestra llegada al pantano, por lo que decidimos volver y esperar el inicio de vísperas en la capilla con las Monjas. Así lo hicimos y con el final de las vísperas también termina nuestra estancia en Alloz y regresamos a Pamplona.
Quiero transmitiros la delicadeza en la liturgia de las horas con las hermanas, el cariño de las voces al cantar, las prisas, las preocupaciones, el ruido que tanto nos acompaña, por un momento, pudimos dejar fuera de la capilla, era el tiempo para Jesús. Gracias hermanas.
Ha sido un día precioso, lo tenemos que repetir, ¡qué bien lo hemos pasado!, es lo que se oye en el regreso. Gracias al Consejo de la comunidad y especialmente a los que habéis estado más cerca en la organización. Gracias, una vez más, al padre Viguri, por acompañarnos, ayudarnos tanto como lo hace. Gracias a todos los que allí estuvimos, el deseo de querer estar más cerca de Jesús de cada uno posibilitó el encuentro. Gracias a la Orden Cisterciense en Alloz por mantener este espacio de ayuda a una experiencia de oración para todo el que quiera acercarse y como siempre gracias a ti Jesús por el regalo que nos has hecho un 25 de mayo. Es un final lleno de energía para un nuevo comienzo. Gracias.
Amparo Esparza, OCDS