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PAMPLONA. SAN JOAQUIN Y SANTA ANA 2018.


PAMPLONA. SAN JOAQUIN Y SANTA ANA 2018.

Es 26 de julio. Hemos dejado solo un poco atrás la fiesta en memoria de la virgen del Carmen y esos nueve días en el que desde nuestro corazón de niños le hemos presentado esas intenciones que, a veces, ella solo conoce.

En la iglesia de los Carmelitas Descalzos Teresianos de Pamplona, el día de los santos Joaquín y Ana, padres de la virgen María y abuelos de Jesús, nos convocan a la familia de los Descalzos en la Provincia de San Joaquín de Navarra. El motivo, es celebrar juntos y en representación de los que no han podido venir, la fiesta de estos santos, Ana como patrona de la iglesia en donde estamos, Joaquín como patrono de la Provincia de los Carmelitas Descalzos en el norte.

Son las doce del mediodía y el coro habitual de la iglesia de voces masculinas, acompañadas del órgano del padre Martín, nos anima y pone en marcha la Eucaristía. Preside el Padre Provincial, Luis Arostegui, y le acompañan el Padre Sarasa, de la Provincia de Guatemala que se encuentra estas fechas por aquí, el Padre José de la India, el Padre Ángel Santesteban que ha interrumpido las fiestas de Puente la Reina, su pueblo natal, para acompañarnos. También están el padre Calixto y el padre Viguri del convento de Pamplona. A la ceremonia acudimos la familia carmelitana y dentro de ella, hermanos de la Orden del Carmelo Descalzo Seglar Teresiano en Pamplona (OCDS) y, además, nos acompaña el Presidente de éstos en la Provincia, Evaristo Arroyo con José Carlos quién, una vez más, se une a nuestras oraciones.

Jesús, quien quiso ser como nosotros en todo, también tuvo abuelos, los maternos Joaquín y Ana, y por eso esta fiesta y a través de ellos, nos lleva a dar gracias por todos los abuelos de nuestras familias que con esa sabiduría que les ha dado la vida siguen siendo ayuda, luz. Como símbolo de ese reconocimiento, es tradición para este día nombrar la abuela del año. De esta manera, nos encontramos en el primer banco de la iglesia a la tan querida Carmen Cadena, abuela, asidua de la iglesia de la calle Descalzos, hermana en la OCDS y, como dijo el padre Viguri, acreedora de otras virtudes….Los que tenemos la suerte de conocerla tendríamos que emplear bastante papel para poder deciros algo sobre esas virtudes que quedaron solo apuntadas. Acompañaban a la abuela su hija Sara y su nieto Iker.

Pudimos recordar cómo es la memoria que guardamos de estos santos. Así la devoción a Ana fue más madrugadora que la de Joaquín. La de la primera surge en la basílica erigida en Jerusalén en devoción a ésta santa y que más tarde llegaría a occidente. La de Joaquín es más postrera y en nuestra provincia nace de la mano del hermano del convento de Pamplona, Padre Jesús de San Joaquín, natural de Añorbe, en los inicios de la Provincia (siglo XVII), a quien traslada esa devoción y el nombre del santo con el que se le conocerá hasta nuestros días.

Desde Joaquín y Ana nos unimos a todos los abuelos, que si bien la edad hace que pierdan facultades, en sentido opuesto esa misma edad les lleva a profundizar en el agradecimiento. Como carmelitas agradecemos también a todos nuestros antepasados en la Orden. Su recuerdo, memoria, todo el bien que hicieron perdura en nosotros. Especialmente, hacemos memoria de la fe y esperanza de todos ellos.

Dentro de la ceremonia, se impuso a la “abuela del año”, Carmen Cadena del pueblo de Azoz, localidad muy próxima a Pamplona, una cruz que distingue a los hermanos de la OCDS. También al final de la Eucaristía se le entregó un diploma en recuerdo del día. Le acompaña en la recogida su nieto Iker.

Al final nos unen los saludos, felicitaciones y fotos para que no se nos olvide lo vivido y después en un restaurante, muy cerca del convento, compartimos una comida, a la que asiste la homenajeada su familia y la OCDS de la comunidad de Pamplona. Estamos casi todos. En los cafés se incorpora el padre Antonio Viguri.

Una orquídea blanca, que se regala a Carmen, nos va anunciando que estamos llegando al final de la fiesta. Un año más hemos podido recordar a Joaquín y Ana, todos nuestros abuelos, a nuestros antepasados en la Orden, pero sobretodo, hemos podido agradecer a Jesús todo el bien que hicieron y perdura en nosotros.

Gracias a todos los que habéis hecho posible esta celebración, aprovecho desde aquí para felicitar a todos los Joaquines y Anas y también felicidades a nuestra hermana Carmenmari, que eligió el amparo de estos santos para vivir su vocación en el Carmelo Teresiano. Muchas felicidades para ti también.

Por último y como no podía ser de otra manera, gracias a ti Jesús, porque todo es tuyo.

Amparo Esparza, OCDS.

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