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P. Agapito Lecumberri Artazcoz


NOTA NECROLOGICA

P. FERNANDO MARÍA DE LA INMACULADA

AGAPITO LECUMBERRI ARTAZCOZ

Vuelve a donde nació


Diez y media de la mañana. 4 de febrero del 2023. Cementerio de Arazuri (Navarra). Hace un aire frío y un sol precioso. Llego con tiempo y doy un paseo por el cementerio, pero me vuelvo al coche por el frio, el cierzo invade el cementerio. De pronto llegan con la urna de las cenizas del P. Agapito sus dos sobrinas. Ya espera José María, el otro sobrino. Y llegan resobrinos con sus niños y alguna persona más. Es en la intimidad. Una breve oración de despedida, rociamos su urna con agua bendita y lo colocamos en un nicho junto a sus padres y familiares. Así lo quiso. Y ha sido una buena idea, pues los altos ya no cabemos en los panteones del siglo pasado. Y no tiene arreglo. Esa misma razón animó al P. Alfredo a pedir la incineración.

El P. Agapito deja sus cenizas en el pueblo que le vio nacer el 18 de diciembre del 1935. El 19 fue bautizado en la parroquia de San Juan Bautista. Y nos mira desde cielo mientras nosotros recorremos su vida.

Sus primeros pasos


Las primeras letras las cursa en la escuela de Arazuri. En agosto del 1948 ingresa para cursar humanidades en el colegio de Amorebieta. Llega con el primer grupo de estudiantes, varios eran de su pueblo. Hasta entonces tras la guerra había sido cárcel de mujeres. Aquí vive dos años. Tanto él como sus compañeros cuentan las aventuras de esos dos años que estudió en Amo-rebieta. Años no fáciles en muchas facetas pero nada era obstáculo para este chaval de 11 años. De Amorebieta pasa a Villafranca de Navarra para seguir estudiando humanidades.


Pasos adelante


Y viene ya lo serio, la opción de seguir. De Villafranca pasa al Noviciado de Larrea. Toma el hábito el 17 de julio del 1953. Y profesa al año siguiente. Al tomar el hábito se cambia el nombre como era norma y se llama como religioso Fernando María de la Inmaculada Concepción. (Tras el Concilio vuelve a llamarse Agapito Lecumberri Artazcoz).

En Vitoria estudia Filosofía y el 27 de julio del 1958 hace la Profesión Solemne. En Bilbao estudia Teología y es ordenado sacerdote el 7 de Julio del 1962. El día de San Fermín. Y de Bilbao a Pamplona donde se hacía el Año de pastoral, un inicio de su apostolado. Estudiaban y con frecuencia en sus bicis iban por los pueblos cercanos predicando y confesando. Era un año del que la mayoría guardaba un grato recuerdo.

En los colegios sus compañeros le recuerdan como formal, sencillo, amable con todos y muy amigo de practicar el deporte sobre todo el futbol.

Y se va de misionero a Colombia


Y el año 1963 parte en barco hacia Colombia. Adiós Pamplona, adiós Arazuri, Volverá a Pamplona pasados 28 años. Años consagrados como misionero. Durante este tiempo, volverá cada tres años para unas semanas de vacaciones a visitar a su familia a la que tanto quería.

Llega a Colombia, a Cartagena, su primer destino el 20 de noviembre del 1963. El hablaba de Cartagena como un lugar donde pasó todo el calor del mundo, además de la humedad del Mar Caribe.

Pasa dos años en Cartagena, e invitado por Monseñor Miguel Angel Lecumberri recién consagrado obispo de Tumaco queda incardinado en la misión el 10 de abril del 1965. En Tumaco le esperan 26 años por delante, los años más fuerte de su ser misionero.

Durante las comidas Agapito nos recordaba sus correrías desde la Parroquia de el Charco. Los ríos, eran “las carreteras” que los misioneros us


aban en sus motoras para visitar los diversos pueblos. Comentaba con gracia, las aventuras con sus compañeros y con la gente sencilla de los pueblos. Y lo recordaba todo como algo normal. Agapito convertía lo difícil en fácil.

Siendo párroco de la Catedral de Tumaco convivió con el Obispo Miguel Angel Lecumberri, de su mismo pueblo de Arazuri pero no eran parientes. Y me llamaba la atención que jamás le oí nada negativo del Obispo., que saliera de los labios del P. Agapito.

Radio Mira


Pero algo de su trabajó, mucho y bien, lo realizó siendo director de Radio Mira. Hoy en la página web de la diócesis de Tumaco se puede leer sobre Radio Mira:”Misión de Radio Mira: Evangelizar, informar y recrear a sus oyentes con principios y valores, criterios, resaltando la dignidad de la persona humana, sus derechos humanos fundamentales, sus deberes; aportando a la paz y a la reconciliación de nuestras comunidades. Visión: Ser en el año 2030 la emisora líder del suroccidente Colombiano, en la evangelización al pueblo de Dios, el servicio informativo y la recreación de sus oyentes.”

El P. Agapito desde la radio evangelizaba al pueblo de Dios. Les contaba las noticias. Mandaba avisos, comunicaciones de todo estilo. Escribe en el Boletín de Tumaco: “Es una emisora eminentemente SOCIAL, CULTURAL, RECRE-TATIVA, Y CRISTIANA”.

Una emisora en una pequeña ciudad como Tumaco se prestaba no solo a alabanzas y aplausos, porque la llevaba con altura, sino también a intrigas, envidas, murmuraciones por parte de la gente, alas que el P. Agapito supo superarlas con elegancia.

En diciembre del 1979, fecha del gran terremoto en Tumaco, fue una gran prueba para el P. Agapito. Las torres de la catedral cayeron sobre los estudios de Radio Mira. Los equipos, las plantas generadoras de luz todo quedó inutilizado. Sin embardo el ent


usiasmo del Director, P. Agapito, hizo que la emisora fuera lo primero a recuperar para ponerla al servicio de la gente. Consiguió afiliarse a la Cadena de Radio “Caracol”, una de las cadenas principales de Colombia. Y eso significa que los oyentes de Radio Mira se abran a la patria y al mundo.

Era muy aficionado al deporte. Por eso seguía las retrasmisiones de los eventos deportivos de los que son muy aficionados los Tumaqueños. Tenía muchos amigos. Se los ganaba con su sencillez y bondad.

Estando en este trabajo de director de la emisora, creyó que era tiempo de volver a España. De volver a su Navarra.


La Rochapea


Tras unas merecidas vacaciones en su pueblo con la familia a la que tanto amaba, se fue a Madrid a seguir unos cursos de Pastoral residiendo en nuestra casa de la calle Toledo. Y por fin llega a la Rochapea desde el 1993 hasta julio del 2022 que va a la Enfermería de Vitoria.

Han sido 30 años los que ha compartido su vida con el pueblo de la Rochapea. Y la gente le cogió mucho cariño. Me decía un señor, que era para todos sin diferencia, amable, que les escuchaba. Y como ya he dicho quitaba hierro a los problemas. Seguro que les diría. “No se preocupen que eso son pendejadas (BOBADAS)”, palabra que usaban mucho en Colombia y él solía repetir riéndose. Tantos años celebrando la misa de la tarde crea escuela. Y los funerales, que los presidía casi todos. Era muy frecuente que cuando venía a comer nos dijera: ”Hoy tenemos funeral”. Y eran muchos. También durante años, celebró la Eucaristía y los funerales de la comunidad de las Carmelitas Misioneras de las que los frailes de la Rochapea son capellanes., desde hace muchos años. Cuando le llevamos a la enfermería en julio heredé los funerales y alguna que otra misa. Y la gente no había día que no le preguntaran al P. Fernando Villabona o a mí, cómo estaba el P. Agapito.

Enfermo y Enfermería de Vitoria


Durante la pandemia no le vimos mucho. Por supuesto no venía a comer a la comunidad de Descalzos. En lo que le conocí, se cuidaba mucho. Y tenía cuidado en no comer lo que no le convenía. Pero un día, nos avisan que estaba ingresado. Y ahí empezó su camino hacia el Señor.

Antes de seguir hablando de su estancia en el hospital, quiero hacer un paréntesis para dar las gracias a Pilar y Mercedes sus sobrinas. Lo que han hecho por su tío no tiene nombre. No lo dejaron ni de día ni de noche en el tiempo en que estuvo en el hospital de Navarra. Nosotros lo visitábamos y lo atendíamos cuando ellas no podían, que fueron veces contadas. Lo mismo cuando lo derivaron a San Juan de Dios para la rehabilitación. Y por fin, al no poder seguir en Pamplona, optamos por la Enfermería provincial.

Llegó a la enfermería el peor día. Con dos días por delante para médicos y consultas. Llegó la víspera de Santiago que es festivo en Vitoria.


Todo se fue arreglando. Me llamó la atención que nunca se quejaba. Quizá sentía que no era su lugar pues tenía muy bien la cabeza y había gente mayor que él, y más deteriorados.

Estuve con él por última vez el 30 de diciembre. Lo encontré muy bien. Había mejorado mucho desde el mes anterior. Y comenzamos a


hacer planes. Pensaba volver a Pamplona una semana o dos antes de Pascua. Ya habíamos planeado que se podía hacer, en qué habitación podía estar.

Nos avisan el 29 de enero que estaba grave. Y muere el 30. Asistido por los encargados de la enfermería y también presentes su sobrinas.

Funerales


El 31 llegan sus restos al tanatorio Irache. Pasa mucha gente a decirle adios. El día uno por la mañana, estoy solo un rato largo en el tanatorio. Le veo con un rostro tranquilo y con paz. Y recuerdo mucho que nunca le oía hablar mal de nadie. Alguna vez, si alguno hacía alguna pendejada. Llegaron coronas de su familia, del Coro parroquial, de los parroquianos…

A la tarde, fue el funeral en su parroquia de la Rochapea. Presidió el P. Provincial y concelebramos 20 sacerdotes de diferentes conventos, y sacerdotes afines a la parroquia. El Coro cantó con todo el pueblo. El canto final “El Señor resucitó, yo también quiero resucitar” es algo impresionante, cantado por todo el pueblo. Le quitan a uno los miedos a morirse.

Al día siguiente lo incineraron, a las 10.45, en el cementerio de San José de Pamplona. Vino mucha gente. Su familia y gente de la Rochapea. Una breve ceremonia. D. Alfredo Urzainqui, sacerdote nacido en la Rochapea y que conocía bien al P. Agapito, entonó al final “El Señor resucito” y el funcionario corrió la cortina. Y nos quedamos en silencio. Y fuimos saliendo sin hablar mucho y en voz baja. Espéranos P. Agapito y pídele que nos mande el Señor vocaciones.


Fr, Antonio Viguri


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