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Encuentro formativo de la Familia Carmelitana – Protección de menores y personas vulnerables.

La Familia Carmelitana de la Provincia de San Joaquín de Navarra se reunió el viernes, 4 de marzo, en la Casa de Espiritualidad de Larrea para celebrar juntos una sesión formativa. Cerca de 60 personas, entre religiosos y laicos venidos de muchas de nuestras comunidades de la Provincia, siguieron, con mucho interés, las reflexiones presentadas por el sacerdote vizcaíno D. Carlos Olabarri sobre la temática de Protección de Menores y personas vulnerables.

La jornada comenzó con un momento de oración pidiendo al Señor de la misericordia que nos regale a todos un corazón puro para que podamos realizar nuestras tareas pastorales con las mismas actitudes de Jesús. También se oró a nuestra madre la Virgen del Carmen a quien le pedimos que nos asista y nos acompañe como Madre protectora.

La sesión formativa dirigida por D. Carlos Olabarri tuvo dos partes: en la primera, el ponente recordó los pasos que ha ido dando la iglesia en el tema de los abusos a menores y personas vulnerables, comenzando por el pontificado de San Juan Pablo II, continuado por el papa emérito Benedicto XVI hasta hoy donde el sucesor de Pedro, el papa Francisco, continúa trabajando con ahínco esta problemática iniciando procesos que ayudarán a toda la Iglesia a la hora de afrontar los casos que se presenten.

D. Carlos se detuvo especialmente en la carta pastoral que el entonces papa Benedicto XVI dirigió el 19 de marzo de 2010 al pueblo de Irlanda después de que apareciesen un gran número de casos en aquellas tierras y quedaran salpicadas las conciencias de no pocos eclesiásticos. En su carta, Benedicto XVI habla de “traición” por parte de eclesiásticos y religiosos que abusaron de menores: “Comparto la desazón y el sentimiento de traición que muchos de vosotros habéis experimentado al enteraros de esos actos pecaminosos y criminales y del modo en que los afrontaron las autoridades de la Iglesia en Irlanda”. Más adelante, Benedicto XVI dirigiéndose a las víctimas y a sus familias les recuerda: “Habéis sufrido inmensamente y eso me apesadumbra en verdad.

Sé que nada puede borrar el mal que habéis soportado. Vuestra confianza ha sido traicionada y vuestra dignidad ha sido violada.

Muchos habéis experimentado que cuando teníais el valor suficiente para hablar de lo que os había pasado, nadie quería escucharos. Los que habéis sufrido abusos en los internados debéis haber sentido que no había manera de escapar de vuestros sufrimientos. Es comprensible que os resulte difícil perdonar o reconciliaros con la Iglesia. En su nombre, expreso abiertamente la vergüenza y el remordimiento que sentimos todos. Al mismo tiempo, os pido que no perdáis la esperanza”.

El Papa Francisco también dirigió una carta similar el 31 de mayo de 2018 al pueblo de Dios que peregrina en Chile. En su carta, el Papa Francisco señala: “Apelar a Ustedes, pedirles oración no fue un recurso funcional como tampoco un simple gesto de buena voluntad. Por el contrario, quise enmarcar las cosas en su preciso y precioso lugar y poner el tema donde tiene que estar: la condición del Pueblo de Dios «es la dignidad y la libertad de los hijos de Dios, en cuyos corazones habita el Espíritu Santo como en un templo»[5]. El Santo Pueblo fiel de Dios está ungido con la gracia del Espíritu Santo; por tanto, a la hora de reflexionar, pensar, evaluar, discernir, debemos estar muy atentos a esta unción. Cada vez que como Iglesia, como pastores, como consagrados, hemos olvidado esta certeza erramos el camino. Cada vez que intentamos suplantar, acallar, ningunear, ignorar o reducir a pequeñas elites al Pueblo de Dios en su totalidad y diferencias, construimos comunidades, planes pastorales, acentuaciones teologías, espiritualidades, estructuras sin raíces, sin historia, sin rostros, sin memoria, sin cuerpo, en definitiva, sin vidas. Desenraizarnos de la vida del pueblo de Dios nos precipita a la desolación y perversión de la naturaleza eclesial; la lucha contra una cultura del abuso exige renovar esta certeza.”.

La Iglesia, como presentó D. Carlos, lleva muchos años trabajando para erradicar esta lacra de su mismo seno. Además de la aprobación de documentos y protocolos, la iglesia está apostando por investigaciones serias y profundas para conocer la verdad de lo que ha sucedido en este campo, tanto en los casos recientes como los que sucedieron hace años.

Un aspecto que destacó D. Carlos en su intervención, fue la dimensión de la fe en el tema de los abusos. Partiendo que Dios se hizo carne y, por tanto, el cuerpo tiene una gran dignidad, el cristiano, desde su bautismo, es incorporado al cuerpo de Cristo y a la comunidad cristiana. Por este motivo, hay que recuperar la centralidad de la moral (¿Quién soy?) para vivir según el designio de Dios. La revolución sexual ha cambiado los paradigmas de la moral de la persona, desvinculándola de su gran dignidad a la total libertad y la falta de unión en el amor en pos de la procreación. La pornografía está causando en muchas personas desequilibrios afectivos que llevan a realizar actos pecaminosos y, en este caso, crímenes como son los abusos a menores. También es importante recordar que como miembros del cuerpo místico de Cristo, todos somos responsables de los pecados que se cometen en la iglesia. Por eso es importante orar por la santificación del cuerpo de Cristo del que todos formamos parte. Tampoco podemos olvidar los efectos provocados por el pecado original.

En la segunda parte de su exposición, D. Carlos presentó, en grandes líneas, la guía que la diócesis de Bilbao ha preparado y que será de obligado cumplimiento para todos los agentes de pastoral de la misma diócesis. Esta guía, que se encuentra disponible en la web diocesana (www.bizkeliza.org) será también la que los Carmelitas Descalzos de la Provincia de San Joaquín de Navarra trabajaremos y aprobaremos como nuestro documento guía.

Después de presentar el documento guía, algunos asistentes compartieron sus opiniones y preguntas. Quedó claro que los tiempos han cambiado y que nuestra manera de relacionarnos con los menores no va ser de la misma manera con la que hemos vivido y trabajado hasta ahora.

Es importante trabajar no solo la parte de actuación protocolaria también es necesario que todos seamos conscientes de la importancia de la prevención, sobre todo en los perfiles de las personas que trabajan en nuestras comunidades con los menores y jóvenes. La buena voluntad y la formación no es suficiente, hay que conocer en profundidad a estas personas y asegurarse que no arrastran heridas afectivas o problemas psicológicos.

También se insistió que, en el campo de la pastoral vocacional, es necesario contar con ayuda de profesionales para garantizar que los candidatos sean idóneos. D. Carlos, hablando de las ordenaciones sacerdotales, señaló con claridad que, tal vez, “se han ordenado demasiados”, haciendo referencia que, en algunos casos, estos ordenados no deberían haber sido ordenados.

Otro punto que salió en el diálogo fue, también, el abuso de poder y de conciencia que puede darse en la dirección espiritual, en la confesión, así como en los ámbitos formativos de la vida consagrada.

Después de este diálogo enriquecedor, los asistentes compartieron la comida en un ambiente fraterno y familiar. La Provincia de San Joaquín de Navarra se compromete a hacer un camino serio en este campo, siendo conscientes de que “los abusos no son un problema de la Iglesia, pero sí son un problema en la Iglesia”, formando a todos nuestros agentes pastorales, protegiendo a nuestros menores y jóvenes ofreciéndoles espacios seguros y, por último, buscar la verdad en aquellos casos de abusos que puedan aparecer. Todo ello, sin olvidar nunca la dimensión de la fe y de la misericordia.


P. Jon Korta

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