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PAMPLONA - FIESTA “SAN JOAQUÍN Y SANTA ANA” 2019.


FIESTA “SAN JOAQUÍN Y SANTA ANA” 2019.


Es 26 de julio y este día de nuevo trae a los Carmelitas Descalzos Teresianos, en la provincia de “San Joaquín de Navarra”, el recuerdo de cómo fueron sus orígenes en la corriente de fundaciones emprendida por Santa Teresa de Jesús. En la actualidad junto a las provincia Santa Teresa y Portugal, la de “San Joaquín de Navarra”, al norte, completa el mosaico de los Carmelitas Descalzos en la Península.

San Joaquín y Santa Ana, abuelos de Jesús y padres de María Santísima, a los que corresponde la fiesta que celebramos, son los santos elegidos por los Carmelitas Descalzos Teresianos del norte para recordar, venerar y tener su testimonio muy presente. De este modo, Santa Ana es patrona de la iglesia descalza en Pamplona, primera de la provincia, y “San Joaquín” es patrón de la Provincia, propiamente dicha.


Con tal motivo, la provincia se centra en la iglesia de Pamplona para celebrar la fiesta con una Eucaristía presidida por el padre Provincial, Fr. Luis Aróstegui OCD , acompañado de Fr.Jesús María Sarasa, OCD (Guatemala), Fr. Antonio Sagardoy, OCD (Austria), Fr. Martín Aguirre, OCD (Chile). Fr.Javier Compés, OCD (Malawi) y cuatro de casa, Fr. Antonio, OCD, Fr. José, OCD ,Fr. Joseph, OCD de la India y el padre Martín al frente del órgano. Todos ellos, nos recuerdan al Carmelo misionero, ya que lo han estado o permanecen en la actualidad en misiones: Perú, Malawi, Austria, Guatemala. Además, la Eucaristía también se centra en el homenaje este año a María Isabel Abaurrea y a su marido, Antonio, abuelos de dos nietos. María Isabel es Carmelita Descalza Teresiana de la Orden Seglar, en la comunidad de Pamplona, muy querida por todos, enamorada de la espiritualidad carmelitana y con todo el empeño por vivir desde ella más cerca del “Amado”, como ella misma os lo dirá si le preguntáis por qué es Carmelita. Le acompaña en la ceremonia, además de su marido Antonio, su hija Sara. Sus nietos Francisco e Irene están en un campamento y no han podido estar como hubieran querido junto a su “Abi”. Ellos son para ella uno de los grandes motivos de su eterna sonrisa y si os acercáis a ella, podréis escuchar el valioso testimonio de fe que les quiere transmitir.

Continúa el Padre Luis, dando gracias en esta fiesta a los hombres y mujeres que nos han precedido y agradecer es lo que hace la Iglesia con la veneración de los Santos para aprender y cumplir como ellos. Esta veneración en cuanto a San Joaquín y Santa Ana se inició en el siglo II. El pueblo cristiano deseó aprender de los abuelos de Jesús. Los mayores son transmisores de lo mejor que han captado en la vida. Hoy esta transmisión es oficio y tarea ardua y difícil. Los medios de la sociedad potentísimos influyen en la persona se quiera o no y se mantiene con ellos una pelea desigual, sin embargo los abuelos como transmisores de lo mejor que son, cuentan con un arma salvadora incomparable “la capacidad de afecto”. La familia es semilla de amor, sinceridad y esto no lo puede ofrecer la sociedad. La familia, los padres, los abuelos tienen algo que en ninguna otra parte se le va poder dar a la persona. También el padre Luis hizo alusión a la familia religiosa, recordando que los religiosos también tienen una fuerza que han recibido de la familia, de sus antepasados. Agradeció, además el testimonio de tantos religiosos, no por su sabiduría, sino por su bondad, equilibrio, interés por el bien de las personas.

Dentro de la Eucaristía se hizo entrega a María Isabel de un Diploma reconociendo la distinción de “Abuela del 2019” y un colgante con cadena que hace alusión a la Orden del Carmelo Descalzo Teresiano (OCDS). Terminada la Misa, las fotografías sellaron las felicitaciones y el recuerdo de la fiesta continuando la celebración en un restaurante muy próximo al convento. Una comida en fraternidad, uniéndose en el café el Padre Viguri, Asistente de la OCDS en Pamplona y la entrega de una orquídea blanca a María Isabel pusieron fin al encuentro.



A continuación de la comida, los que pudieron, acudieron al Convento de Olza, al funeral de la hermana Teresa, monja Carmelita Descalza. Aunque las despedidas desde el misterio que todavía no entendemos nos cuestan, damos gracias por su larga vida y de todos los regalos que el buen Jesús ha querido hacernos a través de ella


Para terminar estas líneas, doy las gracias a todos los que han hecho posible esta fiesta, en la que hemos sido testigos, al modo de Joaquín y Ana, como María Isabel y su marido Antonio y todos los abuelos en ellos representados, tienen algo que en ninguna parte se lo va a poder dar la sociedad a sus nietos Francisco e Irene: “su capacidad de afecto”. Es nuestra esperanza y alegría. Gracias A.Esparza, OCDS




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