FERMÍN PATER OFFERIMUS OB MEMORIAM
FERMÍN PATER OFFERIMUS OB MEMORIAM
Con lágrimas en los ojos, solo me queda dedicar unas sentidas palabras a una gran persona que hoy nos ha dejado, conocido en Corella como P. Fermín.
Fermín Mateo Atienza nació el 17 de febrero de 1929, en el seno de una familia cristiana de Corella, siendo hijo de Luis Mateo y Felisa Atienza. Fue bautizado en la Parroquia del Rosario y desde niño siempre mostró interés por la cultura y los estudios, tal es así que a temprana edad fue al colegio de los Padres Carmelitas, donde comenzó su carrera religiosa como fraile Carmelita, tomando el hábito en el Noviciado de Larrea un lejano 6 de septiembre de 1944, a la temprana edad de 15 años, junto a varios corellanos entre los que encontramos al difunto P. Matías Bermejo, a Jesús Ayala Arnedo así como al P. Jesús Delgado (“Piri”).
Recibió la profesión simple el 8 de septiembre de 1945, haciendo su profesión solemne el 9 de abril de 1950 en el convento de Begoña - Bilbao. Finalmente, fue ordenado sacerdote el 29 de junio de 1952 en el convento de Bilbao, siendo ese mismo año destinado al Cercado de Lima (Perú) al que llegó el 26 de enero de 1953.
Recibió el nombre religioso de Fr. José Vicente de la Sagrada Familia.
Como curiosidad, podemos decir que celebró su primera misa en el Convento del Carmen de Corella el día 15 de julio de 1952 (durante la Salve Solemne), a los pocos días de su ordenación sacerdotal y, ese mismo año, el día 29 de septiembre predicó en la Misa Mayor al patrón San Miguel de Corella.
Allí en Perú estuvo al servicio de varias parroquias, conventos y como capellán de las Madres Carmelitas durante 34 años siendo muy querido por su labor y destacando siempre por sus proyectos. Llegó de nuevo a España en 1987 y fue destinado a Logroño como conventual.
En el convento de Logroño estuvo casi 10 años, siendo desde el 2 de marzo de 1987 vicario conventual, luego vicario parroquial desde el 17 de diciembre de ese mismo año y, finalmente, superior del convento de durante 4 trienios (1987 - 1990, 1990 - 1993, 1996 - 1999 y 1999 - 2002).
Y ya en el año 2002 regresó a su querida ciudad natal, donde residió en el convento de Corella, ostentando cargos de Superior, Vicario y Ecónomo, cargo último que ejercía hasta la actualidad.
Así ha sido la vida del P. Fermín, primero en Corella siendo niño, después durante su etapa estudiantil en Larrea, Begoña y Bilbao, pasó gran parte de su vida en Perú, de donde siempre tuvo buenos recuerdos y ya, en su retiro, regresó a España para servir en Logroño, donde llevó grupos de oración hasta que finalmente, volvió a su querida Corella.
En este caso, nos vamos a centrar en lo que más nos ha tocado vivir en compañía del P. Fermín en Corella.
Siempre ha sido celoso por el bien del convento corellano, tratando de adecuarlo a la vida actual, durante sus periodos como Superior realizó grandes reformas en la Iglesia, como cambiar el suelo del templo, reformas en la instalación eléctrica, la restauración de todos los retablos, adecuación del oratorio, etc. siempre buscando la estética y la calidad. Por lo que podemos decir que ha sido uno de los Superiores más prolíficos del convento corellano.
No solo destacó a nivel religioso, ya que podemos calificarlo como “persona polifacética” pues desde que llegó a Corella ingresó como miembro del Orfeón Virgen del Villar, cantando en todos los conciertos navideños, en las Siete Palabras, etc. así como en muchas ocasiones tocando el órgano y acompañando al Orfeón en novenas, misas, etc. así como miembro de la extinguida Capilla de Música de la Parroquia de San Miguel, en compañía de Antonio Arellano (Varillas), Julián Librada, Manolo Corpas, José Izal...
También en el convento amenizaba las misas tocando el órgano y con su portentosa voz daba solemnidad a las celebraciones.
Una vez destacada la faceta musical, toca pasar a la faceta histórica y cultural, ya que fue un gran mecenas de la casa, pues clasificó el archivo, procuró siempre dar a conocer la historia del convento, que este año celebra su 425 aniversario, recuperó numerosos objetos antiguos, sacó a la luz tres sepulturas del suelo de la iglesia, etc. muchas veces ayudado por los dos Joaquines (Joaquín Ausejo, Joaquín Agudo y el hermano Pedro Mª Bustinduy).
En el año 2005 fue el que junto con la difunta Madre Leonor (Superiora del Convento de Araceli) nos animó a un grupo de entusiastas a refundar la Asociación de Belenistas, de la que fue socio fundador así como Capellán, acompañándonos en las bendiciones de belenes, reuniones de la Asociación, aconsejándonos con su criterio religioso y su buen gusto en todos los belenes que montábamos.
Siempre ha sido celoso por las cosas bien hechas, le gustaba tener la Iglesia limpia, en orden, decorada con mucho gusto, se preocupaba por las cosas más pequeñas (comprar flores, cohetes, restaurar cálices…) y también por las más profundas, pues en él siempre encontrabas una palmada en la espalda en los momentos de desánimo. Su semblante era serio pero su corazón era acogedor y bueno.
Ahora, mientras continúo escribiendo estas líneas, me vienen a la cabeza multitud de momentos vividos con él, como aquellas veces que me recordaba cómo yo de niño iba yo con mis padres al convento a ver la Iglesia, o las explicaciones que él me daba de las restauraciones que se llevaban a cabo. También recuerdo los viajes a Vitoria para ver la exposición de belenes, la misa en honor a San Francisco de Asís cada 4 de octubre, etc.
Ha sido una persona llena de actividad hasta sus últimos momentos, pues cada mañana se levantaba a las 6:30 para estar puntual en el rezo de Laudes a las 6:50 horas, iba a diario a comprar el pan, a correos y a los bancos, asistía con frecuencia a confesar a las Madres Carmelitas de Cabretón así como celebraba su misa diaria y ayudaba en la Parroquia tanto en misas como en confesiones. Fue durante bastantes años capellán de la Residencia de Ancianos - Hogar San José, donde celebraba a diario la misa de 11 horas. Era quien durante años celebraba la misa cada 30 de noviembre en el cementerio y el que lanzaba los cohetes para la novena y fiesta de la Virgen del Carmen. A su vez llevaba las cuentas del convento, utilizada el ordenador, impresora y medios actuales, pues le gustaba estar al día con las tecnologías.
El desenlace comenzó en fecha señalada, pues el 24 de diciembre celebró la misa de 8:30 de la mañana, por la tarde tocó el órgano en la misa de Gallo con alegres villancicos y esa noche, una mala caída hizo resentir su salud, deteriorándose hasta llegar a hoy, en que ha pasado a la Gloria del Padre, con 92 años bien vividos y al cumplir casi 70 años de sacerdocio.
Hablar bien de una persona tras su fallecimiento es tarea fácil, por ello, quiero que sirvan estas letras únicamente para agradecer si cabe la gran labor realizada por el P. Fermín, con quien he convivido y tratado durante 20 años.
No me corresponde a mí mostrar más elocuencia sobre su persona, sus virtudes y sus buenas obras, pues tomando la célebre locución latina "Te decet hymnus Deus, in Sion" (“En Sion cantan dignamente tus alabanzas”) de eso ya se encargará Dios por mediación de la Virgen del Carmen a la que profesaba gran devoción y a la que todos los días imploraba.
El P. Fermín se nos ha ido, pero su historia, labor y su memoria quedarán vivas por generaciones en nuestra ciudad de Corella, ya que el reflejo de su labor lo podemos ver en la Iglesia Conventual.
La misa funeral tendrá lugar el miércoles día 24 de febrero en la Iglesia del Carmen de Corella a las 17:30 horas, siendo después enterrado en el mausoleo que los Padres Carmelitas tienen en el cementerio corellano.
Así pues, ¡gracias por tanto P. Fermín!, descansa en paz y ¡ayúdanos desde ahí arriba!
DESCANSE EN PAZ.
Andrés J. Sanz Fernández
23/2/2021
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