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¿QUE MANDÁIS HACER DE MÏ?

Con este interrogante, al modo de nuestra madre Teresa, terminó el diálogo que tuve la suerte de vivir contigo Jesús en el día de ayer, 1 de noviembre, en la ceremonia de mis promesas definitivas a la Orden Seglar del Carmelo Descalzo en Pamplona.

Un largo recorrido de 57 años, en la forma que tenemos de medir los humanos, me ha traído hasta el día de ayer. Camino en el que desde lo que para mi era silencio, en realidad era un clamor de mi buen Jesús, de sus cuidados, esperas, escuchas, sus guiños, recogidas,…todo para acercarme más y más a Ti.

Desde una familia y un ambiente social cristiano, matrimonio católico, hijas educadas como he sabido desde ese compromiso, en realidad viví ajena a la amistad que tú Jesús querías conmigo.

Sin embargo, ahora tengo que reconocer que en todo momento estuviste presente en mi vida. Tan es así, que con 14 años dejaste sembrado en mi corazón la curiosidad por conocer lo que detrás había cuando una santa de Ávila escribía “La puerta para entrar en este castillo (el alma) es la oración” Moradas I, 1.6.

No solo deshice mi curiosidad sino que me di de bruces con la experiencia de Dios en una mujer como yo, no perfecta, que desde que se encontró frente a frente con Jesús cambió su vida, la hizo nueva.

Es verdad que yo tenía curiosidad, anhelo, por vivir una vida desde Dios, no es que la rechazara, pero hasta que fui testigo de ese testimonio, para mi había sido un imposible. A través de los escritos de Teresa a mis 51 años encontré muchas de las respuestas que mi vida buscaba. Pude empezar de “verdad” a conocer cómo era yo, quién era, dónde me encontraba, a quién pertenecía, cómo era mi Señor.

No quiero alargarme, lo que ocurrió a continuación fue querer saber quiénes eran l@s hij@s de Teresa en la actualidad. Esto me llevó al convento de las carmelitas descalzas de Oltza, cerca de Pamplona, y desde allí conocí la Comunidad Local de la Orden del Carmelo Seglar en esta ciudad. Desde entonces mi vida dio un giro, no porque me convirtiera en una persona diferente, sino porque fue iniciar un camino donde te he podido visualizar a ti, Jesús, cada vez un poco más nítido, ayudada por la Palabra y los Sacramentos que nos regalaste, siendo consciente que si quiero situarme en este proceso, siempre va a estar en el empezar.

He encontrado en l@s hij@s los herederos y gestores de ese legado tan maravilloso que Teresa dejó en sus escritos. Desde el mismo y dentro de la Iglesia, puedo vivir la cercanía de una familia que hace espaldas conmigo (como diría Teresa) en este peregrinaje tan hermoso que quieres Jesús para nosotros, en el que lo que quieres realmente, es que vivamos como auténticos hijos del Padre ayudados por el Espíritu que nos dejaste en tu partida y hasta tu regreso definitivo.

La fiesta de ayer en mi familia carmelitana tenía por objeto junto a otras tres hermanas, ofrecer a mis hermanos de la Orden Seglar del Carmelo Teresiano mis promesas definitivas a vivir en pobreza, castidad y obediencia que quiero entenderlo con el significado de amar mucho en lo que me toque, ser libre en lo que me rodea y, por último obediencia a mis superiores en la Orden, pero sobre todo a Dios. Para llegar hasta aquí ha sido necesario 5 años de formación, en los que he podido profundizar más en la historia de la Orden, su espiritualidad, su carisma, (sobretodo, la oración como instrumento para amarte a ti Jesús y amar a los demás), su situación en la iglesia, la vida en comunidad, etc. No ha sido fácil. No ha sido un proceso sin dificultades, pero puedo asegurar que siempre has estado Tú, Jesús, a mi vera echando una mano, rectificando rumbos errados y siempre, siempre, llevándome hacia delante.

Te doy gracias por este empeño en quererme y a través de Ti a todos que de una manera u otra me han llevado a regalarte el “SI” de ayer.

Entiendo que era el plan que tenías para mí. Lo acepto con paz y serenidad y estoy en situación de preguntarte ¿Qué mandáis hacer de mí?

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